Con la promesa de llevarlos a una mejor educación y un mejor nivel de vida, Aroldo Castillo-Serrano se llevaba a niños de su comunidad en Guatemala y los traía a los Estados Unidos a trabajar forzadamente y a vivir en condiciones deplorables.
Castillo-Serrano logró que muchos padres de familia le entregaran a sus hijos; pero en lugar de cumplir con su palabra, los menores y adultos eran llevados a Ohio a trabajar por largas jornadas en granjas avícolas.
El esquema de Castillo-Serrano:
Los padres de los menores le cedían escrituras de sus propiedades en pago por los $15,000 dólares que les cobraba por la promesa de una mejor educación y trabajo bien remunerado para sus hijos.
Con la ayuda de cómplices traficaba a las víctimas por la frontera hacia los Estados Unidos.
Una vez en el país, las víctimas eran forzadas a vivir en un parque de casas móviles en una zona aislada.
Las víctimas eran amenazadas físicamente para ser forzadas a trabajar en granjas avícolas por jornadas de hasta 12 horas.